Treasure of Big Totem 7

Treasure of Big Totem 7 es un nuevo juego de Aventura en Español creado por Federico Rutenberg autor de la serie Esklavos y Doctor Ku.


Podrás encontrar el barco hundido para continuar tras las pistas del tesoro del Gran Tótem?
Buena Suerte!!!

Jugar Treasure of Big Totem 7

Actualización: Solución del juego relatada por Juacofl

Me dispuse a colocarme el equipo de submarinismo, ¡maldita sea! ¡me olvidé las gafas de bucear y la boquilla de la toma de aire! Una botella de plástico flotaba en el agua, de esas que los irresponsables echan al mar, junto con la cuerda que vi entre los matorrales al lado de un tucán y un cuchillo abandonado en la arena de la playa me servirían para mi propósito. Ya me disponía a coger el cuchillo, cuando un individuo hecho un energúmeno salió de la cabaña blandiendo un enorme cuchillo carnicero. ¿Qué se pensó el tipejo ese? ¡A mí no se me trata así! Aproveché su vuelta al interior de la casa para robarle sus calzoncillos, que estaban en el tendedero secándose, agarré unas piedras que hallé cerca de la orilla y una rama en forma de “Y” que estaba en un matorral cerca de la palmera izquierda. Uní estos elementos para construir un tirachinas (tiragomas o resortera). Volví a intentar coger el cuchillo y cuando salió ese loco, afiné la puntería y lo dejé inconsciente. Cuando me acerqué a observar al inconsciente, de su bolsillo izquierdo sobresalía una piedra pulida como un espejo. En el tejado de la casa, una roca con un agujero del mismo tamaño y forma. Alojé la piedra pulida en el agujero y, al momento, un reflejo de la luz del sol señaló un punto concreto de la bahía. ¿Sería una señal de dónde estaba el barco hundido?

Tomé una fruta redonda y roja que vi en un matorral cerca de la orilla, no fuera que luego tuviera hambre, ya que en el restaurante de la playa no sería bien recibido después de lo sucedido. Agarré el cuchillo, con la emoción casi me olvido de él. Lo usé con la botella de plástico para darle forma y uní la cuerda, ¡por fin tenía gafas de bucear! Inmediatamente me zambullí donde señalaba la luz.

El barco hundido. ¿Estaría el tesoro, que tanto ansiaba, en su interior? Un enorme tiburón no dejaba que me aproximase. En la ventana que tenía debajo de mí, junto a la de las cadenas, asusté a un pez naranja, avisé al tiburón y al perseguirlo pude nadar a mis anchas por todo el barco.

La compuerta para acceder a la bodega del barco estaba atascada. Tenía que pensar cómo lograr abrirla... Usé el cuchillo con un trozo de madera y le di forma de pez, de pequeño era un artista tallando maderas. Lo até a la argolla de la compuerta con una de las largas algas que se mecían en la barandilla del puente del barco, cerca del timón. Tenía que encontrar algo con fuerza suficiente para levantarla. Subí un momento a la superficie a tomar aire fresco. Le di el fruto rojo al tucán para que lo reblandeciera. Volví a sumergirme y unté el pez de madera con el fruto triturado. Tardó poco el tiburón en aparecer y, como todos sabemos la vista no es lo suyo, se llevó en la boca el pez de madera y con ello logré mi objetivo: ¡la compuerta estaba abierta!

Saqué un pesado cofre. Al seguir mirando en el interior de la bodega encontré un globo. ¿Sería para una fiesta pirata? Me faltaba la llave del cofre. Busqué por todos lados. Por el ojo de buey situado más a la izquierda observé un brillo. ¡Era la llave! Cuando me disponía a cogerla, un enorme cangrejo hacía una feroz defensa de su cubículo, lo que me impedía hacer posesión de lo que más precisaba.

Regresé a la superficie, al ver las botellas de aire ideé un plan para expulsarlo. Según Fede el globo “no es un globo cualquiera, es un hidro-globo-body-shaper-4500, se venden en TV compras, sumergibles hasta 50 metros”, era el modelo ideal. Lo llené de gas y volví al fondo marino. Provoqué al cangrejo para que acudiera a la defensa de su nido y en ese momento le solté el gas del globo, con la presión salió disparado y me dejó libre el camino para tomar la llave.
Usé la llave en el cofre y... ¡Dios mío, otro pergamino! Esta vez debería dirigir mis pasos a “la cima de la montaña”